Las máquinas de café cumplen muchas funciones en las empresas; la obvia es que nos proporciona un reconstituyente natural como la cafeína, que nos hace estar más activos y despiertos durante la jornada laboral; pero lo realmente importante de las máquinas de oficina es que actúan como centro neurálgico de socialización para los empleados.
En torno a una máquina de café se crea un ambiente distendido. Puedes relacionarte con compañeros y jefes de una manera más relajada, con un lenguaje más coloquial y cercano y que nos da pie a abordar tanto temas personales, como profesionales, dudas que no has podido plantear o la última llamada telefónica a un cliente.
Quedar para tomar un café en la máquina crea verdaderas adhesiones en las empresas y surgen grupos de cafeteros: están los madrugadores, los primeros que llegan a la oficina y antes de sentarse en su puesto de trabajo se toman un café; los que lo toman a media mañana para recargar pilas; los que lo hacen después de comer; y por último, están los vespertinos, un grupo que va variando en función de la carga de trabajo. Son aquellos a los que se les ha complicado la jornada y saben que saldrán tarde, así que nada mejor que acercarse a la máquina a por un café para despejarse y afrontar la tarea con una actitud positiva.
Todos estos comportamientos han sido estudiados desde el punto de vista de la productividad laboral por el Laboratorio de Comportamiento Humano del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT): “El momento coffee break ayuda a incrementar la productividad laboral, haciendo que se generen comunicaciones entre empleados y ayudando a generar un buen ambiente laboral”.