La historia del café tiene su inicio en el siglo XIII, si bien es cierto que su origen no está del todo claro. En este sentido, se piensa que fueron los antecesores etíopes del pueblo conocido actualmente como oromo los que descubrieron los efectos estimulantes de los granos de la planta del café.
En 1671 apareció escrita la historia de Kaldi, un criador de cabras etíope que vivió en el siglo IX de nuestra era y al que se le atribuye el descubrimiento del café. De Etíope, el consumo de los granos de esta planta llegó hasta Egipto y Yemen para, posteriormente, alcanzar Arabia, lugar en el que se tostaron y molieron por vez primera de manera similar a como se realiza en la actualidad.
Poco a poco el café se fue extendiendo por Oriente Medio hasta que, en 1583, el botánico alemán Léonard Rauwolf describió sus bondades por escrito.
Desde ese momento se considera que el consumo del grano de esta planta se inició en Europa.
El café, en su momento, no fue bien visto por diversos sectores de la sociedad como, por ejemplo, los protestantes. De hecho, algunos terratenientes alemanes consiguieron prohibirlo a comienzos del siglo XVII hasta que Federico II de Prusia despenaliza su uso, aunque lo somete a un alto impuesto.
En otros países en los que, poco a poco, el consumo de café se iba extendiendo también surgieron polémicas. En este sentido, los sacerdotes católicos reprobaron su consumo puesto que lo consideraban un sustituto del vino. Sin embargo, el papa Clemente VIII lo bendijo debido a su devoción por él y los católicos lo aceptaron.
Por su parte, en 1652 abre la primera cafetería del mundo en la ciudad de Londres. Y es que en Inglaterra el café caló profundamente en los gustos de sus habitantes. Además, estos establecimientos tuvieron gran relevancia histórica ya que en ellos nacieron las ideas liberales fruto de la afición que mostraron por esta bebida la inmensa mayoría de letrados y filósofos de la época.
En 1689 el café cruzó el Atlántico y llegó a América. Posteriormente, ya en el siglo XVIII y tras haberse superado infinidad de obstáculos en cada país, su consumo se da por completamente aceptado en la sociedad. La importancia de la exportación de esta planta a América residió en el hecho de que Europa no era capaz de satisfacer su propia demanda interna, por lo que precisaba de exportaciones.